CONTRA LA PARED
Existen historias donde los personajes, inmersos en una asfixiante soledad, encuentran el amor y sus vidas cambian para siempre. Otras, donde no se animan a confrontar sus verdaderos sentimientos hasta que finalmente logran dar con su media naranja, tal como ocurre con la tímida Amelié de Jean Pierre Jeunet. Pero no es común encontrar películas donde el vínculo afectivo puede ser tan constructivo y esperanzador como destructivo y alienante. Este parece ser el caso de “Contra la pared”, producción turco alemana ganadora del Oso de Oro 2004 en el Festival de Berlín.
La idea del film surgió cuando una “amigovia” turca del director Faith Akin le propuso matrimonio por conveniencia. Akin, a diferencia del protagonista masculino, no aceptó.
La película comienza con el encuentro en una clínica psiquiátrica de dos almas errantes que intentaron suicidarse. Por un lado, Cahit, interpretado por el alemán Birol Unel, un cuarentón malhumorado que encuentra en la cerveza la excusa perfecta para mitigar el recuerdo de su fallecida esposa. Es un alma en pena que celebra la autodestrucción al mejor estilo Kurt Cobain o Jim Morrison. Y por el otro, está Siebel, encarnada por una actriz no profesional, que casualmente lleva el mismo nombre que el personaje que interpreta: Siebel Kekilli.
Para Akin la elección de Kekilli no fue nada sencilla: no hay en Alemania demasiadas jóvenes que hablen turco y en caso de encontrarlas, muchas no están dispuestas a desnudarse delante de la cámara por temor a la condena de su comunidad.
Siebel da vida a una joven veinteañera que busca un novio turco que le proponga matrimonio para abandonar a una familia que la maltrata. Cahit, más por compasión que por convencimiento, decide aceptar la propuesta de Siebel y se casa con ella, haciéndose pasar por turco. La relación, sustentada en la mutua conveniencia, es más que buena al comienzo. Pero poco a poco, el vínculo entre los dos personajes se torna cada vez más profundo hasta que finalmente, Cahit se enamora de Siebel. Sin embargo, no todo queda allí. Luego de soportar varios insultos por parte de Niko, un ex amante de Siebel, Cahit lo mata de un puñetazo y va a prisión. Siebel, desesperada huye a Estambul. Razones no le faltan: su familia descubre que Cahit no es turco y ante la deshonra que supone tal mentira, el hermano de la joven no piensa en otra cosa que castigarla físicamente. El tiempo pasa, Cahit, sale de prisión. Pero ya nada volverá a ser igual.
Es difícil mirar el cuarto largometraje de Akin sin establecer algún paralelismo entre Cahit y el personaje de Nicholas Cage en “Leaving Las Vegas”: solos, resentidos, violentos, con el alcohol como única excusa para paliar la soledad, hasta que de repente y sin proponérselo encuentran el amor. Y es allí cuando ocurre algo, un imprevisto que de buenas a primeras los deja con las manos vacías otra vez. En el caso del personaje de Cage, la muerte no tiene vuelta atrás y lo sorprende en un momento cumbre de su relación con una prostituta de la que se enamora perdidamente. No ocurre lo mismo con Cahit y Siebel.
“Contra la pared” está influenciada por el neorrealismo turco, una corriente cinematográfica donde la tragedia y la comedia van de la mano. De hecho, para el director, nacido en Hamburgo e hijo de padres turcos, la historia que devino en drama, había sido pensada en un principio como comedia.
La banda sonora cumple un papel fundamental a lo largo de todo el film: algunas canciones hacen las veces de separadores entre una escena y otra e indican estados anímicos de los personajes o situaciones que han vivido. Sobresale la fotografía: imágenes fuertes, impactantes, algo oscuras, donde abundan la sangre y los vidrios rotos que se complementan con el colorido y la excentricidad de Estambul. La película no tiene términos medios: combina escenas de suma violencia, donde Siebel de repente, rompe una botella y se corta las venas o donde es brutalmente golpeada, con otras, donde reina la armonía de una cantante árabe rodeada de cinco músicos, con el mediterráneo de fondo.
Historia atípica, donde las fluctuaciones en los sentimientos de los personajes van de la compasión a la crueldad, de la indiferencia al deseo incontrolable o de la frialdad extrema al apasionamiento desmedido, “Contra la pared” construye una idea más real y menos idealista del amor, más amplia, más ecléctica, plagada de matices, con más sinsabores, con más sombras que luces. Aquí no todo es color de rosa y la felicidad se representa como un simple estadio que se alcanza en momentos impensados.
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