lunes, 14 de diciembre de 2009


Jorge Prelorán fue uno de los más grandes cineastas del género documental y mentor del cine etnobiográfico. Primer y único director argentino nominado al Oscar, con su cámara recorrió pueblos remotos de la Argentina registrando personajes y rescatando culturas y tradiciones. Fermín Rivera, cineasta, dramaturgo y amigo lo recuerda en esta entrevista.

Si alguien le preguntara a Jorge Prelorán qué frase resumiría mejor su prolífica obra, no dudaría en responder “dar voz a aquellos que no la tienen”. En tiempos donde finalmente –y afortunadamente- se ha sancionado e instalado en nuestra sociedad un fuerte debate en torno a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales que intenta promover la pluralidad de voces, Prelorán ya era todo un adelantado. Y es que esa ha sido una constante a lo largo de toda su carrera: su pasión por el séptimo arte lo llevó a lugares recónditos de la Argentina donde se ocupó y preocupó por mostrar un país que trascendía los límites de las grandes ciudades y el centralismo de Buenos Aires.El pasado 28 de marzo, en su casa de Los Ángeles, Jorge Prelorán falleció a los 75 años, a raíz de una larga enfermedad contra la que dio batalla durante años. Atrás habían quedado su nominación al Oscar en el año 1980 por su corto documental Luther Metke at 94 –la dictadura no tuvo el mínimo interés en difundir la nominación de un opositor y exiliado político- el Astor de Oro a su trayectoria durante el Festival de Cine de Mar del Plata, el reconocimiento de una eminencia de la antropología estadounidense como la prestigiosa investigadora Margareth Mead –que consideraba a Prelorán como uno de los directores de documental más importantes del mundo- y la designación como profesor emérito en la Universidad de California (UCLA). Pero por sobre cualquier reconocimiento, quedó el legado y la impronta de un artista humilde y comprometido con su trabajo.Fermín Rivera, dramaturgo y también cineasta, fue alumno de Jorge Prelorán mientras estudiaba en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica). Por ese entonces, fue elegido por Prelorán junto a otros estudiantes para realizar una película que finalmente no pudo concretarse. Años más tarde, Fermín terminó su primer documental: “Pepe Núñez, luthier”, historia centrada en la vida de un luthier autodidacta discapacitado de una comunidad rural de San Luis. El filme, que retomaba la línea de documentales de Prelorán, contó con el apoyo y consejo de Jorge, quien incluso escribió una carta que respaldaba y elogiaba la ópera prima de Rivera. A partir de ese momento, la relación académica dio lugar a la amistad. Al poco tiempo, el destino los volvió a reunir en un mismo aula: esta vez coincidió el homenaje que el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata le hizo a Prelorán con una clínica de estructura y montaje que Fermín iba a ofrecer en el mismo lugar y que finalmente terminaron dictando en forma conjunta. Pero también ese encuentro fue el germen de un proyecto que por estos días Fermín Rivera está terminando: un documental que ante todo es un acto de justicia que reivindica la figura de uno de los directores más importantes del cine argentino.

Sebastián Angeloni (SA): Se habla de Jorge Prelorán como el padre del cine etnobiográfico ¿Cómo definirías a este tipo de cine?
Fermín Rivera (FR):
En realidad se trata de un término que acuñó Jorge. Su cine está prendado por lo que se conoce como antropología del rescate, que tiene que ver con hacer documentos para que perduren determinadas costumbres, culturas, formas, lugares. Lo que diferencia a Jorge del cine etnográfico que se venía haciendo hasta ese entonces, es que Prelorán por lo general toma personajes individuales y no comunidades, y cuenta una historia a partir de la visión de un personaje, cosa que en general el cine antropológico no hace. Por el contrartio, el cine antropológico parte de relevamientos corales y a su vez no busca prototipos, en todo caso arquetipos para mostrar una situación global general. Tampoco le interesa mostrar a un emergente, que era lo que Jorge buscaba, es decir un personaje que se destacara dentro de esa comunidad, de esa cultura.

(SA): ¿Cuál ha sido el aporte de Prelorán la cine nacional?
(FR):
Él empieza a filmar en la década del 60. Agarra la cámara y se va a la Puna, algo que hasta ese momento no había hecho nadie. A través de un medio de comunicación masivo presenta personajes, culturas y regiones desconocidas con la idea de ver cuánto de los otros hay en nosotros, esto también diferencia la visión de Jorge respecto de la concepción antropológica convencional u ortodoxa, esta última se basaba en ir a una determinada comunidad, observar a estos extraños y salvajes y desentrañar el por qué se comportan así. El enfoque de Jorge era opuesto: él se preguntaba qué características y similitudes existen entre los personajes respecto de un habitante de Buenos Aires; a partir de ahí construye una aproximación a esos personajes. Eso fue novedoso y llamativo para la época, pero también es cierto que existía un tipo de sociedad predispuesta a ver esas cosas, hablamos de la década del 60 y parte del 70.

(SA): ¿Te parece que tuvo el reconocimiento que se merecía?
(FR):
No. Yo estuve cuando lo homenajearon en Mar del Plata con muchísimos descuidos con su material, con las películas, con varias cosas. Lo cierto es que Jorge tampoco trabajaba para los reconocimientos y no hacía prensa, no era algo que lo desvelara. Lo que le dolía era no poder llevar adelante proyectos muy interesantes por falta de respaldo para poder concretarlos. Podría haber hecho muchos más aportes al cine argentino. Es más, Jorge tenía un proyecto muy interesante, que tenía que ver con la literatura gráfica de sus películas. Cada libro era sobre un personaje; luego comenzó a incorporar otros nuevos que quizás no tenían película.. Al principio Jorge imprimía los libros, después se hizo en forma virtual. Finalmente el proyecto no tuvo interés ni del estado ni de ningún privado, no hubo intención de solventarlo. Este proyecto en sí tenía que ver con la educación y con llevarlo a las escuelas, para que los chicos pudiesen ver las películas, leer los libros y la propuesta final consistía en que cada grupo empezara a investigar y a hacer los libros por su cuenta.

(SA): ¿Qué cosas rescatas de él como persona y cineasta?
(FR):
Como cineasta, admiro cómo avanzó y encaró su trabajo, cómo fue delineando una estética y un determinado perfil, la pasión que tenía por hacer. Era un tipo que te entusiasmaba mucho, te tiraba pilas, siempre proponía cosas y te contagiaba esas ganas. Por otra parte me gustaba mucho el vínculo que entablaba con los personajes. Y hay que destacar su rol docente: conocía a sus alumnos, era muy querido por ellos, quienes a su vez admiraban mucho el componente humano que Jorge agregaba a su tarea docente, que no pasaba por la mera transmisión de contenidos, era mucho más. Él se comprometía con la persona que tenía al lado, era muy generoso.

(SA): ¿La película sobre Jorge cuándo se estrena? ¿Por qué se demoró su salida?(FR): Hubo dos demoras con el INCAA muy importantes. Una tuvo que ver con la presentación del proyecto, ya que tardaron mucho en evaluarlo y encima la película debía estar terminada en 35mm, dado que en ese momento no había otro formato. El otro tema fue la demora en la salida de un crédito y por último el año pasado para Pascuas Jorge tenía previsto venir al país y después suspendió el viaje por sus altibajos de salud. Yo también tenía pensado viajar a Los Ángeles pero luego se postergó con la noticia de su muerte.

Con estilo propio

Jorge Prelorán construyó no sólo un estilo en cada una de sus películas; también impulsó toda una filosofía de trabajo a la hora de filmar. Entre sus tantas premisas, Jorge siempre cultivó el buen trato y el respeto: no avasallar a la gente, tomarse el tiempo necesario para captar un proceso general propio de cualquier vínculo, estar atento al lugar dramático que ocupa el clima, la geografía, el lugar, la tierra y los procesos naturales relativos a esto: las sequías, las inundaciones, los cambios de estación y cómo son vividos por los protagonistas. Trabajar con equipos muy reducidos era otra de sus máximas al igual que la ausencia de sonido sincrónico. Primero por una dificultad técnica – tenía una ruidosa cámara Bolex a cuerda, que le impedía tomar sonido directo- y en segunda instancia por una cuestión económica –no tenía presupuesto para sonidista-. Fue así como optó por el sonido disociado, donde la cámara no reproduce literalmente lo que está diciendo el personaje con la voz. Para subsanar esta limitación, Prelorán grababa de noche sólo sonido con el personaje en cuestión en un ámbito más intimista y después ilustraba con imágenes -no en forma literal- logrando potenciar aún más aquello que quería transmitir. Actualmente, buena parte de su obra puede verse en la Universidad del Cine.

Fermín x Fermín

El documental: “El documental me resulta menos alienante que una estructura de ficción. Tengo la sensación de que a pesar de que me interesa la ficción –soy dramaturgo- el documental está diciendo muchas más cosas o por lo menos cosas diferentes, al margen de la denuncia o la toma de conciencia. Me parece que la ficción se aburrió un poco de sí misma, y ni que hablar de ciertos sistemas de producción hollywoodenses que hacen la remake de la remake”.

Los proyectos: “Actualmente estoy con un proyecto de investigación que tiene que ver con la parte audiovisual de la realidad social. Tratamos el tema de las cárceles y la situación de los familiares de los detenidos e intentamos abordarlo desde otra perspectiva, con una dinámica diferente al de la vorágine de la televisión y los realities. Qué es lo que pasa con las familias, con los entornos cuando una persona termina detenida, cuáles son las condiciones en que se encuentran, pero siempre alejándonos del sensacionalismo y la banalización. También estoy con otro proyecto que tiene que ver con el tema de la seguridad”.

El recuerdo: “Lo que más se extraña de Jorge son su risa contagiosa, catártica y sus charlas. Cuando te reunías con él siempre había un elemento trascendente, algo más, una inquietud hacia la trascendencia de cualquier forma de manifestación”.

Algunas de las películas de Jorge Prelorán: Mi tía Nora (ficción 1984)Luther Metke at 94 (1979)La iglesia de Yavi (corto- 1972)Hermógenes Cayo (1967)Valle Fértil (1972)Araucanos de Ruca Choroy (corto-1969)Un tejedor de Tilcara (corto-1966)Ocurrido en Hualfín (mediometraje-1965)

Homenaje a Jorge Prelorán



Al gran maestro

Jorge Prelorán fue uno de los más grandes cineastas del género documental y mentor del cine etnobiográfico. Primer y único director argentino nominado al Oscar, con su cámara recorrió pueblos remotos de la Argentina registrando personajes y rescatando culturas y tradiciones. Fermín Rivera, cineasta, dramaturgo y amigo lo recuerda en esta entrevista.
Si alguien le preguntara a Jorge Prelorán qué frase resumiría mejor su prolífica obra, no dudaría en responder “dar voz a aquellos que no la tienen”. En tiempos donde finalmente –y afortunadamente- se ha sancionado e instalado en nuestra sociedad un fuerte debate en torno a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales que intenta promover la pluralidad de voces, Prelorán ya era todo un adelantado. Y es que esa ha sido una constante a lo largo de toda su carrera: su pasión por el séptimo arte lo llevó a lugares recónditos de la Argentina donde se ocupó y preocupó por mostrar un país que trascendía los límites de las grandes ciudades y el centralismo de Buenos Aires.El pasado 28 de marzo, en su casa de Los Ángeles, Jorge Prelorán falleció a los 75 años, a raíz de una larga enfermedad contra la que dio batalla durante años. Atrás habían quedado su nominación al Oscar en el año 1980 por su corto documental Luther Metke at 94 –la dictadura no tuvo el mínimo interés en difundir la nominación de un opositor y exiliado político- el Astor de Oro a su trayectoria durante el Festival de Cine de Mar del Plata, el reconocimiento de una eminencia de la antropología estadounidense como la prestigiosa investigadora Margareth Mead –que consideraba a Prelorán como uno de los directores de documental más importantes del mundo- y la designación como profesor emérito en la Universidad de California (UCLA). Pero por sobre cualquier reconocimiento, quedó el legado y la impronta de un artista humilde y comprometido con su trabajo.Fermín Rivera, dramaturgo y también cineasta, fue alumno de Jorge Prelorán mientras estudiaba en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica). Por ese entonces, fue elegido por Prelorán junto a otros estudiantes para realizar una película que finalmente no pudo concretarse. Años más tarde, Fermín terminó su primer documental: “Pepe Núñez, luthier”, historia centrada en la vida de un luthier autodidacta discapacitado de una comunidad rural de San Luis. El filme, que retomaba la línea de documentales de Prelorán, contó con el apoyo y consejo de Jorge, quien incluso escribió una carta que respaldaba y elogiaba la ópera prima de Rivera. A partir de ese momento, la relación académica dio lugar a la amistad. Al poco tiempo, el destino los volvió a reunir en un mismo aula: esta vez coincidió el homenaje que el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata le hizo a Prelorán con una clínica de estructura y montaje que Fermín iba a ofrecer en el mismo lugar y que finalmente terminaron dictando en forma conjunta. Pero también ese encuentro fue el germen de un proyecto que por estos días Fermín Rivera está terminando: un documental que ante todo es un acto de justicia que reivindica la figura de uno de los directores más importantes del cine argentino.
Sebastián Angeloni (SA): Se habla de Jorge Prelorán como el padre del cine etnobiográfico ¿Cómo definirías a este tipo de cine?
Fermín Rivera (FR): En realidad se trata de un término que acuñó Jorge. Su cine está prendado por lo que se conoce como antropología del rescate, que tiene que ver con hacer documentos para que perduren determinadas costumbres, culturas, formas, lugares. Lo que diferencia a Jorge del cine etnográfico que se venía haciendo hasta ese entonces, es que Prelorán por lo general toma personajes individuales y no comunidades, y cuenta una historia a partir de la visión de un personaje, cosa que en general el cine antropológico no hace. Por el contrartio, el cine antropológico parte de relevamientos corales y a su vez no busca prototipos, en todo caso arquetipos para mostrar una situación global general. Tampoco le interesa mostrar a un emergente, que era lo que Jorge buscaba, es decir un personaje que se destacara dentro de esa comunidad, de esa cultura.
(SA): ¿Cuál ha sido el aporte de Prelorán la cine nacional?
(FR): Él empieza a filmar en la década del 60. Agarra la cámara y se va a la Puna, algo que hasta ese momento no había hecho nadie. A través de un medio de comunicación masivo presenta personajes, culturas y regiones desconocidas con la idea de ver cuánto de los otros hay en nosotros, esto también diferencia la visión de Jorge respecto de la concepción antropológica convencional u ortodoxa, esta última se basaba en ir a una determinada comunidad, observar a estos extraños y salvajes y desentrañar el por qué se comportan así. El enfoque de Jorge era opuesto: él se preguntaba qué características y similitudes existen entre los personajes respecto de un habitante de Buenos Aires; a partir de ahí construye una aproximación a esos personajes. Eso fue novedoso y llamativo para la época, pero también es cierto que existía un tipo de sociedad predispuesta a ver esas cosas, hablamos de la década del 60 y parte del 70.
(SA): ¿Te parece que tuvo el reconocimiento que se merecía?
(FR): No. Yo estuve cuando lo homenajearon en Mar del Plata con muchísimos descuidos con su material, con las películas, con varias cosas. Lo cierto es que Jorge tampoco trabajaba para los reconocimientos y no hacía prensa, no era algo que lo desvelara. Lo que le dolía era no poder llevar adelante proyectos muy interesantes por falta de respaldo para poder concretarlos. Podría haber hecho muchos más aportes al cine argentino. Es más, Jorge tenía un proyecto muy interesante, que tenía que ver con la literatura gráfica de sus películas. Cada libro era sobre un personaje; luego comenzó a incorporar otros nuevos que quizás no tenían película.. Al principio Jorge imprimía los libros, después se hizo en forma virtual. Finalmente el proyecto no tuvo interés ni del estado ni de ningún privado, no hubo intención de solventarlo. Este proyecto en sí tenía que ver con la educación y con llevarlo a las escuelas, para que los chicos pudiesen ver las películas, leer los libros y la propuesta final consistía en que cada grupo empezara a investigar y a hacer los libros por su cuenta.
(SA): ¿Qué cosas rescatas de él como persona y cineasta?
(FR): Como cineasta, admiro cómo avanzó y encaró su trabajo, cómo fue delineando una estética y un determinado perfil, la pasión que tenía por hacer. Era un tipo que te entusiasmaba mucho, te tiraba pilas, siempre proponía cosas y te contagiaba esas ganas. Por otra parte me gustaba mucho el vínculo que entablaba con los personajes. Y hay que destacar su rol docente: conocía a sus alumnos, era muy querido por ellos, quienes a su vez admiraban mucho el componente humano que Jorge agregaba a su tarea docente, que no pasaba por la mera transmisión de contenidos, era mucho más. Él se comprometía con la persona que tenía al lado, era muy generoso.
(SA): ¿La película sobre Jorge cuándo se estrena? ¿Por qué se demoró su salida?(FR): Hubo dos demoras con el INCAA muy importantes. Una tuvo que ver con la presentación del proyecto, ya que tardaron mucho en evaluarlo y encima la película debía estar terminada en 35mm, dado que en ese momento no había otro formato. El otro tema fue la demora en la salida de un crédito y por último el año pasado para Pascuas Jorge tenía previsto venir al país y después suspendió el viaje por sus altibajos de salud. Yo también tenía pensado viajar a Los Ángeles pero luego se postergó con la noticia de su muerte.
Con estilo propio
Jorge Prelorán construyó no sólo un estilo en cada una de sus películas; también impulsó toda una filosofía de trabajo a la hora de filmar. Entre sus tantas premisas, Jorge siempre cultivó el buen trato y el respeto: no avasallar a la gente, tomarse el tiempo necesario para captar un proceso general propio de cualquier vínculo, estar atento al lugar dramático que ocupa el clima, la geografía, el lugar, la tierra y los procesos naturales relativos a esto: las sequías, las inundaciones, los cambios de estación y cómo son vividos por los protagonistas. Trabajar con equipos muy reducidos era otra de sus máximas al igual que la ausencia de sonido sincrónico. Primero por una dificultad técnica – tenía una ruidosa cámara Bolex a cuerda, que le impedía tomar sonido directo- y en segunda instancia por una cuestión económica –no tenía presupuesto para sonidista-. Fue así como optó por el sonido disociado, donde la cámara no reproduce literalmente lo que está diciendo el personaje con la voz. Para subsanar esta limitación, Prelorán grababa de noche sólo sonido con el personaje en cuestión en un ámbito más intimista y después ilustraba con imágenes -no en forma literal- logrando potenciar aún más aquello que quería transmitir. Actualmente, buena parte de su obra puede verse en la Universidad del Cine.
Fermín x Fermín
El documental: “El documental me resulta menos alienante que una estructura de ficción. Tengo la sensación de que a pesar de que me interesa la ficción –soy dramaturgo- el documental está diciendo muchas más cosas o por lo menos cosas diferentes, al margen de la denuncia o la toma de conciencia. Me parece que la ficción se aburrió un poco de sí misma, y ni que hablar de ciertos sistemas de producción hollywoodenses que hacen la remake de la remake”.
Los proyectos: “Actualmente estoy con un proyecto de investigación que tiene que ver con la parte audiovisual de la realidad social. Tratamos el tema de las cárceles y la situación de los familiares de los detenidos e intentamos abordarlo desde otra perspectiva, con una dinámica diferente al de la vorágine de la televisión y los realities. Qué es lo que pasa con las familias, con los entornos cuando una persona termina detenida, cuáles son las condiciones en que se encuentran, pero siempre alejándonos del sensacionalismo y la banalización. También estoy con otro proyecto que tiene que ver con el tema de la seguridad”.
El recuerdo: “Lo que más se extraña de Jorge son su risa contagiosa, catártica y sus charlas. Cuando te reunías con él siempre había un elemento trascendente, algo más, una inquietud hacia la trascendencia de cualquier forma de manifestación”.
Algunas de las películas de Jorge Prelorán: Mi tía Nora (ficción 1984)Luther Metke at 94 (1979)La iglesia de Yavi (corto- 1972)Hermógenes Cayo (1967)Valle Fértil (1972)Araucanos de Ruca Choroy (corto-1969)Un tejedor de Tilcara (corto-1966)Ocurrido en Hualfín (mediometraje-1965)

Crítica de cine: "Little Miss Sunshine"

Lo esencial es invisible a los ojos…. ¿no?


“Joven, dinámico, proactivo, de buena presencia”. Lo que acaba de leer puede parecerle un aviso clasificado; pero no. En realidad, de esta frase se desglosan algunos valores en los que se sustenta la idea de éxito en los tiempos que corren: juventud, belleza, seguridad en uno mismo… y faltaría agregarle el último celular de moda con el ringtone más estruendoso y molesto para no pasar desapercibido. En este cuadro de situación, en donde algunos eligen no comer para llegar “bien” al verano, mientras hay quienes no llegan al verano porque no pueden comer, no resultaría alocado pensar que la vida puede parecer un concurso de belleza. Y en alguna medida, esta analogía la retoma “Pequeña Miss Sunshine”, película independiente de EEUU que en 2006 estuvo nominada al Oscar como mejor filme y ganó uno por mejor actor de reparto.En esta “road movie” (se llama así a las películas que transcurren a lo largo de un viaje), Olive, una simpática niña de 7 años es seleccionada para participar en un concurso de belleza infantil en California y su familia –los Hoover- decide acompañarla, emprendiendo la travesía en una vieja furgoneta.Pero los Hoover lejos están de cumplir con el ideal de familia estadounidense tradicional: un padre que fracasa en cada nuevo negocio que emprende, un hermano que guarda un hermético voto de silencio hasta convertirse en piloto de avión, un abuelo que fue expulsado del geriátrico por consumir heroína y que además es un ávido lector de revistas pornos y un tío gay suicida, experto en Proust que es abandonado por su pareja y despedido de su trabajo. Sólo la madre parece sostener y contener tanto desequilibrio emocional.Y si bien disculparse todo el tiempo es un síntoma de debilidad para papá Richard, quien es capaz de prohibirle a su hija comer un helado porque engorda, “Pequeña Miss Sunshine” brinda por momentos una esperanzadora frescura en los diálogos de tíos y sobrinos y en pequeños gestos de solidaridad familiar que buscan socavar prejuicios y lugares comunes. Sin embargo, no se puede pasar por alto cierta perturbadora reiteración de los directores en su afán por poner de manifiesto esta idea de llevar las de perder en una cultura obsesionada por el éxito.Pero así como el viaje supone una bisagra en la vida de los Hoover, también implica una transformación, no ya de patitos feos en cisnes o de populares en divinas. Al final del camino, la propia aceptación ya no descansa en la mirada de los demás. No es resignación, tampoco conformismo con lo que tocó en suerte. Es ni más ni menos que autoafirmación.
Por Sebastián Angeloni

Homenaje a Jorge Prelorán

Al gran maestro
Jorge Prelorán fue uno de los más grandes cineastas del género documental y mentor del cine etnobiográfico. Primer y único director argentino nominado al Oscar, con su cámara recorrió pueblos remotos de la Argentina registrando personajes y rescatando culturas y tradiciones. Fermín Rivera, cineasta, dramaturgo y amigo lo recuerda en esta entrevista.


Si alguien le preguntara a Jorge Prelorán qué frase resumiría mejor su prolífica obra, no dudaría en responder “dar voz a aquellos que no la tienen”. En tiempos donde finalmente –y afortunadamente- se ha sancionado e instalado en nuestra sociedad un fuerte debate en torno a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales que intenta promover la pluralidad de voces, Prelorán ya era todo un adelantado. Y es que esa ha sido una constante a lo largo de toda su carrera: su pasión por el séptimo arte lo llevó a lugares recónditos de la Argentina donde se ocupó y preocupó por mostrar un país que trascendía los límites de las grandes ciudades y el centralismo de Buenos Aires.El pasado 28 de marzo, en su casa de Los Ángeles, Jorge Prelorán falleció a los 75 años, a raíz de una larga enfermedad contra la que dio batalla durante años. Atrás habían quedado su nominación al Oscar en el año 1980 por su corto documental Luther Metke at 94 –la dictadura no tuvo el mínimo interés en difundir la nominación de un opositor y exiliado político- el Astor de Oro a su trayectoria durante el Festival de Cine de Mar del Plata, el reconocimiento de una eminencia de la antropología estadounidense como la prestigiosa investigadora Margareth Mead –que consideraba a Prelorán como uno de los directores de documental más importantes del mundo- y la designación como profesor emérito en la Universidad de California (UCLA). Pero por sobre cualquier reconocimiento, quedó el legado y la impronta de un artista humilde y comprometido con su trabajo.Fermín Rivera, dramaturgo y también cineasta, fue alumno de Jorge Prelorán mientras estudiaba en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica). Por ese entonces, fue elegido por Prelorán junto a otros estudiantes para realizar una película que finalmente no pudo concretarse. Años más tarde, Fermín terminó su primer documental: “Pepe Núñez, luthier”, historia centrada en la vida de un luthier autodidacta discapacitado de una comunidad rural de San Luis. El filme, que retomaba la línea de documentales de Prelorán, contó con el apoyo y consejo de Jorge, quien incluso escribió una carta que respaldaba y elogiaba la ópera prima de Rivera. A partir de ese momento, la relación académica dio lugar a la amistad. Al poco tiempo, el destino los volvió a reunir en un mismo aula: esta vez coincidió el homenaje que el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata le hizo a Prelorán con una clínica de estructura y montaje que Fermín iba a ofrecer en el mismo lugar y que finalmente terminaron dictando en forma conjunta. Pero también ese encuentro fue el germen de un proyecto que por estos días Fermín Rivera está terminando: un documental que ante todo es un acto de justicia que reivindica la figura de uno de los directores más importantes del cine argentino.

Sebastián Angeloni (SA): Se habla de Jorge Prelorán como el padre del cine etnobiográfico ¿Cómo definirías a este tipo de cine?
Fermín Rivera (FR): En realidad se trata de un término que acuñó Jorge. Su cine está prendado por lo que se conoce como antropología del rescate, que tiene que ver con hacer documentos para que perduren determinadas costumbres, culturas, formas, lugares. Lo que diferencia a Jorge del cine etnográfico que se venía haciendo hasta ese entonces, es que Prelorán por lo general toma personajes individuales y no comunidades, y cuenta una historia a partir de la visión de un personaje, cosa que en general el cine antropológico no hace. Por el contrartio, el cine antropológico parte de relevamientos corales y a su vez no busca prototipos, en todo caso arquetipos para mostrar una situación global general. Tampoco le interesa mostrar a un emergente, que era lo que Jorge buscaba, es decir un personaje que se destacara dentro de esa comunidad, de esa cultura.

(SA): ¿Cuál ha sido el aporte de Prelorán la cine nacional?
(FR): Él empieza a filmar en la década del 60. Agarra la cámara y se va a la Puna, algo que hasta ese momento no había hecho nadie. A través de un medio de comunicación masivo presenta personajes, culturas y regiones desconocidas con la idea de ver cuánto de los otros hay en nosotros, esto también diferencia la visión de Jorge respecto de la concepción antropológica convencional u ortodoxa, esta última se basaba en ir a una determinada comunidad, observar a estos extraños y salvajes y desentrañar el por qué se comportan así. El enfoque de Jorge era opuesto: él se preguntaba qué características y similitudes existen entre los personajes respecto de un habitante de Buenos Aires; a partir de ahí construye una aproximación a esos personajes. Eso fue novedoso y llamativo para la época, pero también es cierto que existía un tipo de sociedad predispuesta a ver esas cosas, hablamos de la década del 60 y parte del 70.

(SA): ¿Te parece que tuvo el reconocimiento que se merecía?
(FR): No. Yo estuve cuando lo homenajearon en Mar del Plata con muchísimos descuidos con su material, con las películas, con varias cosas. Lo cierto es que Jorge tampoco trabajaba para los reconocimientos y no hacía prensa, no era algo que lo desvelara. Lo que le dolía era no poder llevar adelante proyectos muy interesantes por falta de respaldo para poder concretarlos. Podría haber hecho muchos más aportes al cine argentino. Es más, Jorge tenía un proyecto muy interesante, que tenía que ver con la literatura gráfica de sus películas. Cada libro era sobre un personaje; luego comenzó a incorporar otros nuevos que quizás no tenían película.. Al principio Jorge imprimía los libros, después se hizo en forma virtual. Finalmente el proyecto no tuvo interés ni del estado ni de ningún privado, no hubo intención de solventarlo. Este proyecto en sí tenía que ver con la educación y con llevarlo a las escuelas, para que los chicos pudiesen ver las películas, leer los libros y la propuesta final consistía en que cada grupo empezara a investigar y a hacer los libros por su cuenta.

(SA): ¿Qué cosas rescatas de él como persona y cineasta?
(FR): Como cineasta, admiro cómo avanzó y encaró su trabajo, cómo fue delineando una estética y un determinado perfil, la pasión que tenía por hacer. Era un tipo que te entusiasmaba mucho, te tiraba pilas, siempre proponía cosas y te contagiaba esas ganas. Por otra parte me gustaba mucho el vínculo que entablaba con los personajes. Y hay que destacar su rol docente: conocía a sus alumnos, era muy querido por ellos, quienes a su vez admiraban mucho el componente humano que Jorge agregaba a su tarea docente, que no pasaba por la mera transmisión de contenidos, era mucho más. Él se comprometía con la persona que tenía al lado, era muy generoso.

(SA): ¿La película sobre Jorge cuándo se estrena? ¿Por qué se demoró su salida?(FR): Hubo dos demoras con el INCAA muy importantes. Una tuvo que ver con la presentación del proyecto, ya que tardaron mucho en evaluarlo y encima la película debía estar terminada en 35mm, dado que en ese momento no había otro formato. El otro tema fue la demora en la salida de un crédito y por último el año pasado para Pascuas Jorge tenía previsto venir al país y después suspendió el viaje por sus altibajos de salud. Yo también tenía pensado viajar a Los Ángeles pero luego se postergó con la noticia de su muerte.


Con estilo propio

Jorge Prelorán construyó no sólo un estilo en cada una de sus películas; también impulsó toda una filosofía de trabajo a la hora de filmar. Entre sus tantas premisas, Jorge siempre cultivó el buen trato y el respeto: no avasallar a la gente, tomarse el tiempo necesario para captar un proceso general propio de cualquier vínculo, estar atento al lugar dramático que ocupa el clima, la geografía, el lugar, la tierra y los procesos naturales relativos a esto: las sequías, las inundaciones, los cambios de estación y cómo son vividos por los protagonistas. Trabajar con equipos muy reducidos era otra de sus máximas al igual que la ausencia de sonido sincrónico. Primero por una dificultad técnica – tenía una ruidosa cámara Bolex a cuerda, que le impedía tomar sonido directo- y en segunda instancia por una cuestión económica –no tenía presupuesto para sonidista-. Fue así como optó por el sonido disociado, donde la cámara no reproduce literalmente lo que está diciendo el personaje con la voz. Para subsanar esta limitación, Prelorán grababa de noche sólo sonido con el personaje en cuestión en un ámbito más intimista y después ilustraba con imágenes -no en forma literal- logrando potenciar aún más aquello que quería transmitir. Actualmente, buena parte de su obra puede verse en la Universidad del Cine.

Fermín x Fermín

El documental: “El documental me resulta menos alienante que una estructura de ficción. Tengo la sensación de que a pesar de que me interesa la ficción –soy dramaturgo- el documental está diciendo muchas más cosas o por lo menos cosas diferentes, al margen de la denuncia o la toma de conciencia. Me parece que la ficción se aburrió un poco de sí misma, y ni que hablar de ciertos sistemas de producción hollywoodenses que hacen la remake de la remake”.

Los proyectos: “Actualmente estoy con un proyecto de investigación que tiene que ver con la parte audiovisual de la realidad social. Tratamos el tema de las cárceles y la situación de los familiares de los detenidos e intentamos abordarlo desde otra perspectiva, con una dinámica diferente al de la vorágine de la televisión y los realities. Qué es lo que pasa con las familias, con los entornos cuando una persona termina detenida, cuáles son las condiciones en que se encuentran, pero siempre alejándonos del sensacionalismo y la banalización. También estoy con otro proyecto que tiene que ver con el tema de la seguridad”.

El recuerdo: “Lo que más se extraña de Jorge son su risa contagiosa, catártica y sus charlas. Cuando te reunías con él siempre había un elemento trascendente, algo más, una inquietud hacia la trascendencia de cualquier forma de manifestación”.

Algunas de las películas de Jorge Prelorán: Mi tía Nora (ficción 1984)Luther Metke at 94 (1979)La iglesia de Yavi (corto- 1972)Hermógenes Cayo (1967)Valle Fértil (1972)Araucanos de Ruca Choroy (corto-1969)Un tejedor de Tilcara (corto-1966)Ocurrido en Hualfín (mediometraje-1965)

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Por Sebastián Angeloni


Homenaje a Jorge Prelorán

Al gran maestro

Jorge Prelorán fue uno de los más grandes cineastas del género documental y mentor del cine etnobiográfico. Primer y único director argentino nominado al Oscar, con su cámara recorrió pueblos remotos de la Argentina registrando personajes y rescatando culturas y tradiciones. Fermín Rivera, cineasta, dramaturgo y amigo lo recuerda en esta entrevista.


Si alguien le preguntara a Jorge Prelorán qué frase resumiría mejor su prolífica obra, no dudaría en responder “dar voz a aquellos que no la tienen”. En tiempos donde finalmente –y afortunadamente- se ha sancionado e instalado en nuestra sociedad un fuerte debate en torno a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales que intenta promover la pluralidad de voces, Prelorán ya era todo un adelantado. Y es que esa ha sido una constante a lo largo de toda su carrera: su pasión por el séptimo arte lo llevó a lugares recónditos de la Argentina donde se ocupó y preocupó por mostrar un país que trascendía los límites de las grandes ciudades y el centralismo de Buenos Aires.

El pasado 28 de marzo, en su casa de Los Ángeles, Jorge Prelorán falleció a los 75 años, a raíz de una larga enfermedad contra la que dio batalla durante años. Atrás habían quedado su nominación al Oscar en el año 1980 por su corto documental Luther Metke at 94 –la dictadura no tuvo el mínimo interés en difundir la nominación de un opositor y exiliado político- el Astor de Oro a su trayectoria durante el Festival de Cine de Mar del Plata, el reconocimiento de una eminencia de la antropología estadounidense como la prestigiosa investigadora Margareth Mead –que consideraba a Prelorán como uno de los directores de documental más importantes del mundo- y la designación como profesor emérito en la Universidad de California (UCLA). Pero por sobre cualquier reconocimiento, quedó el legado y la impronta de un artista humilde y comprometido con su trabajo.

Fermín Rivera, dramaturgo y también cineasta, fue alumno de Jorge Prelorán mientras estudiaba en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica). Por ese entonces, fue elegido por Prelorán junto a otros estudiantes para realizar una película que finalmente no pudo concretarse. Años más tarde, Fermín terminó su primer documental: “Pepe Núñez, luthier”, historia centrada en la vida de un luthier autodidacta discapacitado de una comunidad rural de San Luis. El filme, que retomaba la línea de documentales de Prelorán, contó con el apoyo y consejo de Jorge, quien incluso escribió una carta que respaldaba y elogiaba la ópera prima de Rivera. A partir de ese momento, la relación académica dio lugar a la amistad. Al poco tiempo, el destino los volvió a reunir en un mismo aula: esta vez coincidió el homenaje que el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata le hizo a Prelorán con una clínica de estructura y montaje que Fermín iba a ofrecer en el mismo lugar y que finalmente terminaron dictando en forma conjunta. Pero también ese encuentro fue el germen de un proyecto que por estos días Fermín Rivera está terminando: un documental que ante todo es un acto de justicia que reivindica la figura de uno de los directores más importantes del cine argentino.


Sebastián Angeloni (SA): Se habla de Jorge Prelorán como el padre del cine etnobiográfico ¿Cómo definirías a este tipo de cine?
Fermín Rivera (FR): En realidad se trata de un término que acuñó Jorge. Su cine está prendado por lo que se conoce como antropología del rescate, que tiene que ver con hacer documentos para que perduren determinadas costumbres, culturas, formas, lugares. Lo que diferencia a Jorge del cine etnográfico que se venía haciendo hasta ese entonces, es que Prelorán por lo general toma personajes individuales y no comunidades, y cuenta una historia a partir de la visión de un personaje, cosa que en general el cine antropológico no hace. Por el contrartio, el cine antropológico parte de relevamientos corales y a su vez no busca prototipos, en todo caso arquetipos para mostrar una situación global general. Tampoco le interesa mostrar a un emergente, que era lo que Jorge buscaba, es decir un personaje que se destacara dentro de esa comunidad, de esa cultura.


(SA): ¿Cuál ha sido el aporte de Prelorán la cine nacional?
(FR): Él empieza a filmar en la década del 60. Agarra la cámara y se va a la Puna, algo que hasta ese momento no había hecho nadie. A través de un medio de comunicación masivo presenta personajes, culturas y regiones desconocidas con la idea de ver cuánto de los otros hay en nosotros, esto también diferencia la visión de Jorge respecto de la concepción antropológica convencional u ortodoxa, esta última se basaba en ir a una determinada comunidad, observar a estos extraños y salvajes y desentrañar el por qué se comportan así. El enfoque de Jorge era opuesto: él se preguntaba qué características y similitudes existen entre los personajes respecto de un habitante de Buenos Aires; a partir de ahí construye una aproximación a esos personajes. Eso fue novedoso y llamativo para la época, pero también es cierto que existía un tipo de sociedad predispuesta a ver esas cosas, hablamos de la década del 60 y parte del 70.


(SA): ¿Te parece que tuvo el reconocimiento que se merecía?
(FR): No. Yo estuve cuando lo homenajearon en Mar del Plata con muchísimos descuidos con su material, con las películas, con varias cosas. Lo cierto es que Jorge tampoco trabajaba para los reconocimientos y no hacía prensa, no era algo que lo desvelara. Lo que le dolía era no poder llevar adelante proyectos muy interesantes por falta de respaldo para poder concretarlos. Podría haber hecho muchos más aportes al cine argentino. Es más, Jorge tenía un proyecto muy interesante, que tenía que ver con la literatura gráfica de sus películas. Cada libro era sobre un personaje; luego comenzó a incorporar otros nuevos que quizás no tenían película.. Al principio Jorge imprimía los libros, después se hizo en forma virtual. Finalmente el proyecto no tuvo interés ni del estado ni de ningún privado, no hubo intención de solventarlo. Este proyecto en sí tenía que ver con la educación y con llevarlo a las escuelas, para que los chicos pudiesen ver las películas, leer los libros y la propuesta final consistía en que cada grupo empezara a investigar y a hacer los libros por su cuenta.


(SA): ¿Qué cosas rescatas de él como persona y cineasta?
(FR): Como cineasta, admiro cómo avanzó y encaró su trabajo, cómo fue delineando una estética y un determinado perfil, la pasión que tenía por hacer. Era un tipo que te entusiasmaba mucho, te tiraba pilas, siempre proponía cosas y te contagiaba esas ganas. Por otra parte me gustaba mucho el vínculo que entablaba con los personajes. Y hay que destacar su rol docente: conocía a sus alumnos, era muy querido por ellos, quienes a su vez admiraban mucho el componente humano que Jorge agregaba a su tarea docente, que no pasaba por la mera transmisión de contenidos, era mucho más. Él se comprometía con la persona que tenía al lado, era muy generoso.

(SA): ¿La película sobre Jorge cuándo se estrena? ¿Por qué se demoró su salida?
(FR): Hubo dos demoras con el INCAA muy importantes. Una tuvo que ver con la presentación del proyecto, ya que tardaron mucho en evaluarlo y encima la película debía estar terminada en 35mm, dado que en ese momento no había otro formato. El otro tema fue la demora en la salida de un crédito y por último el año pasado para Pascuas Jorge tenía previsto venir al país y después suspendió el viaje por sus altibajos de salud. Yo también tenía pensado viajar a Los Ángeles pero luego se postergó con la noticia de su muerte.


Con estilo propio

Jorge Prelorán construyó no sólo un estilo en cada una de sus películas; también impulsó toda una filosofía de trabajo a la hora de filmar. Entre sus tantas premisas, Jorge siempre cultivó el buen trato y el respeto: no avasallar a la gente, tomarse el tiempo necesario para captar un proceso general propio de cualquier vínculo, estar atento al lugar dramático que ocupa el clima, la geografía, el lugar, la tierra y los procesos naturales relativos a esto: las sequías, las inundaciones, los cambios de estación y cómo son vividos por los protagonistas. Trabajar con equipos muy reducidos era otra de sus máximas al igual que la ausencia de sonido sincrónico. Primero por una dificultad técnica – tenía una ruidosa cámara Bolex a cuerda, que le impedía tomar sonido directo- y en segunda instancia por una cuestión económica –no tenía presupuesto para sonidista-. Fue así como optó por el sonido disociado, donde la cámara no reproduce literalmente lo que está diciendo el personaje con la voz. Para subsanar esta limitación, Prelorán grababa de noche sólo sonido con el personaje en cuestión en un ámbito más intimista y después ilustraba con imágenes -no en forma literal- logrando potenciar aún más aquello que quería transmitir. Actualmente, buena parte de su obra puede verse en la Universidad del Cine.

Fermín x Fermín

El documental: “El documental me resulta menos alienante que una estructura de ficción. Tengo la sensación de que a pesar de que me interesa la ficción –soy dramaturgo- el documental está diciendo muchas más cosas o por lo menos cosas diferentes, al margen de la denuncia o la toma de conciencia. Me parece que la ficción se aburrió un poco de sí misma, y ni que hablar de ciertos sistemas de producción hollywoodenses que hacen la remake de la remake”.

Los proyectos: “Actualmente estoy con un proyecto de investigación que tiene que ver con la parte audiovisual de la realidad social. Tratamos el tema de las cárceles y la situación de los familiares de los detenidos e intentamos abordarlo desde otra perspectiva, con una dinámica diferente al de la vorágine de la televisión y los realities. Qué es lo que pasa con las familias, con los entornos cuando una persona termina detenida, cuáles son las condiciones en que se encuentran, pero siempre alejándonos del sensacionalismo y la banalización. También estoy con otro proyecto que tiene que ver con el tema de la seguridad”.

El recuerdo: “Lo que más se extraña de Jorge son su risa contagiosa, catártica y sus charlas. Cuando te reunías con él siempre había un elemento trascendente, algo más, una inquietud hacia la trascendencia de cualquier forma de manifestación”.

Algunas de las películas de Jorge Prelorán

Mi tía Nora (ficción 1984)
Luther Metke at 94 (1979)
La iglesia de Yavi (corto- 1972)
Hermógenes Cayo (1967)
Valle Fértil (1972)
Araucanos de Ruca Choroy (corto-1969)
Un tejedor de Tilcara (corto-1966)
Ocurrido en Hualfín (mediometraje-1965)

Lo esencial es invisible a los ojos…. ¿no?

“Joven, dinámico, proactivo, de buena presencia”. Lo que acaba de leer puede parecerle un aviso clasificado; pero no. En realidad, de esta frase se desglosan algunos valores en los que se sustenta la idea de éxito en los tiempos que corren: juventud, belleza, seguridad en uno mismo… y faltaría agregarle el último celular de moda con el ringtone más estruendoso y molesto para no pasar desapercibido. En este cuadro de situación, en donde algunos eligen no comer para llegar “bien” al verano, mientras hay quienes no llegan al verano porque no pueden comer, no resultaría alocado pensar que la vida puede parecer un concurso de belleza. Y en alguna medida, esta analogía la retoma “Pequeña Miss Sunshine”, película independiente de EEUU que en 2006 estuvo nominada al Oscar como mejor filme y ganó uno por mejor actor de reparto.
En esta “road movie” (se llama así a las películas que transcurren a lo largo de un viaje), Olive, una simpática niña de 7 años es seleccionada para participar en un concurso de belleza infantil en California y su familia –los Hoover- decide acompañarla, emprendiendo la travesía en una vieja furgoneta.
Pero los Hoover lejos están de cumplir con el ideal de familia estadounidense tradicional: un padre que fracasa en cada nuevo negocio que emprende, un hermano que guarda un hermético voto de silencio hasta convertirse en piloto de avión, un abuelo que fue expulsado del geriátrico por consumir heroína y que además es un ávido lector de revistas pornos y un tío gay suicida, experto en Proust que es abandonado por su pareja y despedido de su trabajo. Sólo la madre parece sostener y contener tanto desequilibrio emocional.
Y si bien disculparse todo el tiempo es un síntoma de debilidad para papá Richard, quien es capaz de prohibirle a su hija comer un helado porque engorda, “Pequeña Miss Sunshine” brinda por momentos una esperanzadora frescura en los diálogos de tíos y sobrinos y en pequeños gestos de solidaridad familiar que buscan socavar prejuicios y lugares comunes. Sin embargo, no se puede pasar por alto cierta perturbadora reiteración de los directores en su afán por poner de manifiesto esta idea de llevar las de perder en una cultura obsesionada por el éxito.
Pero así como el viaje supone una bisagra en la vida de los Hoover, también implica una transformación, no ya de patitos feos en cisnes o de populares en divinas. Al final del camino, la propia aceptación ya no descansa en la mirada de los demás. No es resignación, tampoco conformismo con lo que tocó en suerte. Es ni más ni menos que autoafirmación.

martes, 28 de abril de 2009

Crítica de cine: "Little Miss Sunshine"



Lo esencial es invisible a los ojos…. ¿no?


“Joven, dinámico, proactivo, de buena presencia”. Lo que acaba de leer puede parecerle un aviso clasificado; pero no. En realidad, de esta frase se desglosan algunos valores en los que se sustenta la idea de éxito en los tiempos que corren: juventud, belleza, seguridad en uno mismo… y faltaría agregarle el último celular de moda con el ringtone más estruendoso y molesto para no pasar desapercibido. En este cuadro de situación, en donde algunos eligen no comer para llegar “bien” al verano, mientras hay quienes no llegan al verano porque no pueden comer, no resultaría alocado pensar que la vida puede parecer un concurso de belleza. Y en alguna medida, esta analogía la retoma “Pequeña Miss Sunshine”, película independiente de EEUU que en 2006 estuvo nominada al Oscar como mejor filme y ganó uno por mejor actor de reparto.

En esta “road movie” (se llama así a las películas que transcurren a lo largo de un viaje), Olive, una simpática niña de 7 años es seleccionada para participar en un concurso de belleza infantil en California y su familia –los Hoover- decide acompañarla, emprendiendo la travesía en una vieja furgoneta.

Pero los Hoover lejos están de cumplir con el ideal de familia estadounidense tradicional: un padre que fracasa en cada nuevo negocio que emprende, un hermano que guarda un hermético voto de silencio hasta convertirse en piloto de avión, un abuelo que fue expulsado del geriátrico por consumir heroína y que además es un ávido lector de revistas pornos y un tío gay suicida, experto en Proust que es abandonado por su pareja y despedido de su trabajo. Sólo la madre parece sostener y contener tanto desequilibrio emocional.

Y si bien disculparse todo el tiempo es un síntoma de debilidad para papá Richard, quien es capaz de prohibirle a su hija comer un helado porque engorda, “Pequeña Miss Sunshine” brinda por momentos una esperanzadora frescura en los diálogos de tíos y sobrinos y en pequeños gestos de solidaridad familiar que buscan socavar prejuicios y lugares comunes. Sin embargo, no se puede pasar por alto cierta perturbadora reiteración de los directores en su afán por poner de manifiesto esta idea de llevar las de perder en una cultura obsesionada por el éxito.

Pero así como el viaje supone una bisagra en la vida de los Hoover, también implica una transformación, no ya de patitos feos en cisnes o de populares en divinas. Al final del camino, la propia aceptación ya no descansa en la mirada de los demás. No es resignación, tampoco conformismo con lo que tocó en suerte. Es ni más ni menos que autoafirmación.

Subiela en Burzaco

Subiela, en Burzaco

Hace cuatro años y con motivo del ciclo “Historias de no creer”, formado por cuatro telefilms emitidos por Canal (á), uno de los principales referentes del cine argentino, Eliseo Subiela, dirigió en el Hogar Israelita de Burzaco “El destino de Angélica”, historia en la participaron muchos de los abuelos de la institución. Basada en las vivencias de Angélica, una joven voluntaria de un hogar de ancianos, el telefilm narra la relación de su mascota, Destino, un perro que al acercarse a los abuelos les devuelve la esperanza y las ganas de vivir que habían perdido. Para Subiela, “El destino…” fue la más riesgosa de las cuatro producciones: se mueve desde la ficción hasta abordar casi de manera documental el mundo de la vejez, mezclando actores profesionales como Jimena La Torre (Bar el Chino) con actores que no lo son y que se representan a sí mismos a partir de un guión, escrito en base a las desgrabaciones de varias horas de entrevistas que el equipo de Subiela tuvo con los abuelos del asilo. El ciclo todavía se puede ver por Canal (á).

Crítica de cine: "Mi mejor enemigo"

Crítica de cine

Enemigos íntimos

Año 78. La música disco hace estragos gracias a “Fiebre de sábado por la noche”. En julio nace el primer bebé de probeta. El Vaticano se estremece ante la muerte de Pablo VI y de su sucesor, Pablo I, hasta que un nuevo Papa, oriundo de Polonia, se transforma en el primer pontífice no italiano en 465 años. La selección argentina de fútbol gana su primer título mundial frente a Holanda y la dictadura militar trata de sacar provecho de este logro. Pero 1978 también será recordado por ser el año en que Argentina y Chile estuvieron a punto de ir a la guerra por un conflicto limítrofe. Este es precisamente el eje en torno al cual gira la coproducción argentino-chilena “Mi mejor enemigo”.

Dirigida por el chileno Alex Bowen y producida por Pablo Trapero (“Mundo grúa”, “El Bonaerense”, “Familia rodante”), la película, que se rodó en Punta Arenas, narra las peripecias de una patrulla de soldados chilenos que es enviada a la frontera con Argentina ante el inminente enfrentamiento, con una misión: cada militar debe matar cinco argentinos con veinte balas. En el transcurso de su recorrido, rompen accidentalmente la brújula y se pierden. No les queda otra alternativa que atrincherarse y esperar un rescate que parece, nunca va a llegar. Sin embargo, la sorpresa será aún mayor cuando se den cuenta que en la inmensidad de la Patagonia, se encuentran a metros de una trinchera argentina.

Varias cosas se le pueden objetar a esta segunda producción de Bowen, que se estrenó en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires el año pasado: que no habla de los aspectos macro del conflicto sino que lo trabaja desde una pequeña historia, pasando por alto detalles más que trascendentes como la fallida reunión en Puerto Montt entre Videla y Pinochet o la llegada del cardenal Samoré, delegado personal de Juan Pablo II para mediar en el conflicto. La historia se reduce a una serie de hechos anecdóticos, superfluos que corren el riesgo de reducir el enfrentamiento a una simple rivalidad futbolística, a una absurda discusión sobre cual es el mejor baile nacional, a comparar infantilmente la cueca con el tango, a disputarse una oveja y a terminar compartiendo desde ampollas de penicilina hasta un improvisado asado. A lo largo de todo el filme hay muestras de una solidaridad desmedida, que ronda lo inverosímil, difícil de creer entre soldados que están a punto de enfrentarse en una guerra. Esta excesiva solidaridad resulta más que contradictoria teniendo en cuenta el desprecio por la vida y el terrorismo de Estado implementado por ambos gobiernos de facto. Tampoco se hace referencia a los procesos dictatoriales que tuvieron lugar en los dos países. Y probablemente, en esto mucho habrá tenido que ver cierto condicionamiento del ejército chileno, que permitió el uso de sus tanques y fusiles durante el rodaje.

Sin embargo, el gran dilema entre el deber y el querer que va construyendo Bowen, es una de las aristas más destacables de su obra. ¿Se debe ayudar a alguien que todavía no ha sido declarado oficialmente enemigo en una situación en donde el dolor se hace carne y la vida de un ser humano está en peligro? ¿Es traición a la patria compartir un asado con un potencial adversario aún cuando el hambre se intensifica hasta lo insoportable?

Pero sin dudas la contribución a la memoria colectiva de los pueblos chileno y argentino es el aporte más enriquecedor de la película. Saber que hubo un tiempo en donde casi se va a las armas con un país vecino a partir de intereses creados por genocidas que ocupaban el poder, y que decidían el destino millones de seres humanos no es un dato menor. Y si bien Bowen considera que no era su objetivo en la película tratar directamente el tema de la dictadura, su intención es más que subrayable: hablarle a una generación a la que se le dijo que había que matar para defender a la patria.

Alguna vez, alguien dijo que el cine es una especie de espejo en el que una sociedad se autorreconoce y construye su identidad, documentando y sistematizando los procesos históricos, permitiendo el ordenamiento de la memoria, o por lo menos, tratando de esclarecerla. “Mi mejor enemigo” transita por ese camino.


Muestra Anual Cineargento

Ver para aprender

Todos los años, Cineargento, el instituto de cine de Alte. Brown realiza una muestra en distintos complejos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí se dan cita alumnos, profesores y cinéfilos para compartir y premiar a las mejores producciones del año.

Desde el año 2002 “Cineargento”, la escuela de cine de Adrogué viene celebrando una muestra anual donde se exhiben los trabajos de sus alumnos. El Centro Cultural de la Cooperación o el Cine Cosmos han sido testigos de estas presentaciones en años anteriores. En el 2007, “El Victorial” de la Capital Federal fue el escenario elegido para albergar a los aproximadamente 250 espectadores que se repartieron en las dos salas del complejo. Los cinéfilos estuvieron de parabienes durante las casi cinco horas proyección de los trabajos. Tal como ocurre en cualquier festival de cine hubo dos premios: uno del público y otro del jurado –integrado por los profesores Daniel Hernández, Omar Neri, Hernán Lozano, Pablo Lambert Granados y Luis Barberis.

En la categoría correspondiente a 1er año, el premio del público y del jurado recayó en “Con las manos”, corto argumental sobre un joven que en sus primeros pasos en la militancia social se enfrenta a momentos decisivos en los que el contexto determinará sus definiciones.

Entre los trabajos de 2do año, “Don” recibió el premio del público como “mejor programa unitario” mientras que “Los cuentos del tío” obtuvo el reconocimiento del jurado en la misma categoría.

También es importante destacar la proyección del trailer de “La esencia”, un largometraje que se está realizando en el marco de la materia “Producción Cooperativa” correspondiente al 3er año. Pero no sólo de cine se nutrió esta sexta edición de la muestra. Hubo dos acontecimientos más que significativos para “Cineargento” y sus estudiantes: la firma de un convenio con la productora PCP y un acuerdo suscripto con el ISFD Nº 35 de Monte Grande. Todo esto sumado a la emoción por la entrega de diplomas de los títulos intermedios (Asistente de Producción de Cine Televisión y Video) para los alumnos que terminaron 2do año y de título final de Realizador de Cine, Televisión y Video para los egresados de 3er año.

Esfuerzo y compromiso de alumnos y docentes se ven reflejados año a año en una muestra donde es notoria la evolución cualitativa de los trabajos en lo que respecta a la realización integral cada obra.

Un año sin Ayelén

Murió arrollada por un colectivo de la línea 514

Un año sin Ayelén

Era estudiante del colegio Inmaculada de Burzaco. El conductor de la línea 514 sigue manejando y no recibió ninguna sanción hasta el momento. Los padres de la joven buscan testigos presenciales que puedan prestar declaración en la causa.

El 17 de mayo del 2006 María Ayelén Ávila, de 17 años fue atropellada por un colectivo de la línea 514 a la altura de la barrera de la Av. Alsina. La joven, que volvía de una clase de educación física del colegio Inmaculada Concepción, circulaba por la mano derecha llevando a una compañera en el manubrio de la bicicleta. Luego de cruzar el paso nivel, el colectivero encerró a la muchacha, rozándola por detrás. Ayelén perdió el equilibrio y cayó del lado izquierdo, siendo arrollada por el ómnibus. Cabe aclarar que el colectivo -del ramal 55- estaba fuera de línea y que el lugar por el que transitaba no correspondía al recorrido que habitualmente realiza. Luego, el vehículo fue detenido por una camioneta de la policía, en el momento en que intentaba doblar sobre la calle Roca.

Para Fabiana, mamá de Ayelén “la única manera de poder pasarlas era tocándolas, sino era imposible. Es más, Analí, la amiga de mi hija me contó que si el colectivero les hubiera tocado bocina, podrían haber hecho algo. El tema es que se les vino de golpe. No les dio tiempo a nada. Tocó la bici y cayeron”. Ya en el piso, Ayelén, que en ningún momento perdió el conocimiento, le pidió a su amiga que la ayudara a levantarse. Pero una señora que circulaba por la zona, lo impidió. Más tarde, un hombre que aparentemente estaba de paso, asistió a la adolescente: “la tomó de la mano, le habló constantemente y le pidió que lo mirase cuando sus ojos se iban para atrás” señala la madre de Ayelén. De estas dos personas, testigos claves para la causa, no se supo nunca más nada.

La víctima no fue trasladada de inmediato al hospital. Es más, la ambulancia nunca llegó. “El accidente ocurrió a eso de las 15.30 hs. Yo llegué enseguida porque me avisaron y trabajo cerca del lugar. Pero recién a los veinte minutos vinieron los bomberos, quienes llevaron a mi hija al Hospital Meléndez”, cuenta Fabiana. Ya en el hospital –donde la familia no se cansa de remarcar el excelente trato que recibieron-, el estado de Ayelén empeoró. “Yo pensé que Aye iba a quedar en observación. No tenía idea de que el colectivo la había pasado por encima. Y después con las placas salieron a la luz las fracturas de pelvis, tórax y lo complicada que estaba su situación”, explica Fabiana. Pero fue también en el hospital donde los familiares y amigos de la joven vivieron un momento desagradable. Mientras operaban a la joven, el chofer –que fue llevado al mismo hospital para hacerle los análisis pertinentes- en un momento se acercó a Analí y le dijo sin ningún tipo de pudor o sobresaltos: “ustedes me chocaron”. Lo paradójico de todo esto es que el colectivero permaneció detenido unas pocas horas en la comisaría y enseguida fue liberado al igual que el micro que manejaba. Y lo lamentable es que hasta el día de hoy este hombre sigue conduciendo. Peor aún: a Analí le ha tocado la tenebrosa coincidencia de tener que viajar en un colectivo manejado por esta misma persona. “Nadie de la empresa se comunicó con nosotros en todo este tiempo, ni para decirnos un “lo sentimos mucho”. Y menos el colectivero, que quizás no aparece por miedo. Uno espera que un día llame y por lo menos diga “no quise matar a tu hija. Lo único que quiero es que esta persona no maneje por un tiempo. Si no es idóneo, que se dedique a otra cosa. El seguramente tendrá otra oportunidad en la vida, Ayelén no”, concluye Néstor, padre de la víctima.

La causa, caratulada como homicidio culposo, actualmente está a cargo del Juzgado de Menores Nº 5 de la Unidad Funcional (UFI) 18 de Lomas de Zamora. Si bien los padres de la joven se muestran conformes con los avances, no ocultan cierto escepticismo sobre los tejes y manejes de la justicia argentina para con este tipo de casos. “Todo el mundo te dice que no va a ir preso. Y de hecho hay casos comprobados de negligencia, de conductores alcoholizados, de picadas o de exceso de velocidad donde se comprobó que el conductor escapó y ocultó su auto y así y todo le dan 3 años en suspenso”, sentencia resignado el padre de Ayelén.



Solidaridad…esa palabra

¿Por qué pedirle a la justicia que imparta equidad cuando no hacemos nada frente a una situación de injusticia? ¿Porque pagamos nuestros impuestos? Es sabido que el dinero nos hace más ambiciosos, más egoístas, más codiciosos, “fabrica privilegios” que nos hacen sentir más poderosos, más importantes, pero ¿desde cuándo la plata crea derechos? Quedarse con los brazos cruzados, no hacer nada para que las cosas cambien y no ayudar a alguien que lo necesita por comodidad, ¿miedo? o desinterés es también síntoma de una mezquindad y miserabilidad humana aberrante. La familia de Ayelén Ávila busca desde hace un año testigos, muchos de los cuales en un primer momento dieron el sí y luego se arrepintieron. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con las córneas y las válvulas que los padres de la estudiante, en un momento de profundo dolor no dudaron en poner a disposición del INCUCAI, más allá de que posteriormente el juez no autorizara la ablación. Fabiana y Néstor tampoco dudaron a la hora de afirmar que esperan que este caso sirva para algo, para cambiar el modo en que está dispuesta la barrera o eliminar la loma que divide la calzada en la AV. Alsina,

Hablamos de SOLIDARIDAD ¿le suena? aún cuando se trate de heridas que quizás jamás se cierren y ausencias que posiblemente nunca se diluyan.


Se necesitan testigos

En la causa faltan testigos presenciales. Hasta ahora la única es Analí. Otros posibles son:

*La señora que entró en una farmacia cercana al lugar del accidente, pidiendo que le dieran algo para calmarla “por lo que había visto”.

*Una persona que le comentó al dueño del negocio de quinielas de esa zona que había visto cómo un colectivo había “pasado por arriba a una chica”.

*La mujer que impidió que Ayelén se moviera cuando cayó al pavimento.

*El hombre que asistió a la joven hasta que los bomberos la trasladaron al hospital.

Ante cualquier información o dato que puedan aportar, comunicarse con la redacción de El Changuito al 4294-3292

Accidentes de tránsito durante el 2006

En un estudio hecho por “Luchemos por la vida” entre junio y agosto del año pasado, los choferes de transporte público están involucrados en el 21% de las muertes.

El número de muertes por accidentes de tránsito en Argentina equivale a 12 guerras de Malvinas por año.

Cada hora muere una persona y otras 22 sufren lesiones.

En Argentina, 2 personas mueren por día víctimas del virus HIV. 25 mueren por accidentes de tránsito.

La Provincia de Buenos Aires encabeza “cómodamente” con 3062 muertes el listado de provincias con mayor número de víctimas de accidentes de tránsito, muy por delante de Santa Fé y Córdoba que tienen 643 y 543 respectivamente.

Fuentes: Asociación Civil Luchemos por la vida y

Asociación Vida


Fernando Caride

Un actor de raza: Fernando Caride

Vivir para actuar (y dirigir)

Nacido en Burzaco, el actor Fernando Caride, de vasta trayectoria en cine, teatro, televisión y radio cuenta con una escuela de formación actoral en el club Independiente de Burzaco a la que concurren niños, adolescentes y adultos que además de divertirse y pasarla bien, buscan potenciar sus canales expresivos y desarrollar su creatividad.

  • Introducción

Toda historia digna de ser contada debe tener un conflicto: obstáculos que se interponen en el camino de los personajes para lograr un objetivo. Ese conflicto supone un “choque” de fuerzas antagónicas que asume diferentes manifestaciones: un hombre contra otro; disputas entre concepciones del mundo irreconciliables, la lucha de uno o varios individuos contra las fuerzas de la naturaleza o simplemente el enfrentamiento de un hombre consigo mismo, con su conciencia y con ello la puesta en crisis de sus valores, sus creencias y el replanteo de su mundo interior. La historia de vida del actor, co-guionista y director Fernando Caride parece inscribirse en este último caso, producto de un accidente automovilístico ocurrido hace varios años que lo tuvo al borde de la muerte. “El estado en que quedó el vehículo y la fosa llena de agua donde cayó harían pensar a cualquiera que era muy difícil que hubiese sobrevivientes. Si no me mataba por el choque, me iba a morir incendiado o ahogado. Pero nada de eso ocurrió”, se jacta con asombro. El accidente fue el punto de partida para replantearse el camino que debía seguir de ahora en más, para darle otro rumbo a su vida y descubrir un talento oculto pero latente: la actuación. Fue así como decidió dedicarse de lleno durante 10 años a estudiar teatro en la Escuela de Formación Actoral (EFA) de Víctor Laplace y Néstor Romero en San Telmo. Y a sólo tres años de haber comenzado a entrenarse, ya estaba haciendo su debut teatral en “La pasión de Don Juan” con el mismo Laplace. Paradójicamente, la misma obra que tiene pensado estrenar en el Club Independiente de Burzaco el próximo 26 de noviembre y el 3 de diciembre con alumnos de tercer año y algunos egresados de su escuela, continuando con el proyecto Funciones de Teatro en Burzaco para todo el público de la zona sur. Pero Caride no se limita sólo a lo estrictamente actoral. También es perito auxiliar en dirección, producción y realización integral de televisión de la escuela de Canal 7 y estudió locución y producción de radio. Entre 1997 y 1998 fue productor ejecutivo de dos programas de América 2 y estuvo a cargo de la dirección de la dramatización de los actores que representaban distintos casos en “Mediodía con Mauro” y “Fenómeno real”,

  • Nudo

La escuela de teatro en Burzaco

La escuela se creó hace siete años y tiene como fundamento una consigna que vislumbra al actor como el único artista que es instrumento y ejecutante al mismo tiempo. La idea del entrenamiento actoral intenta localizar en los alumnos las causas personales que pueden impedir su desarrollo creativo, detectar sus tensiones y aprender a trabajar con ellas, impulsando la imaginación, la observación, la atención y la adaptación del artista.

“Empecé con esto de la escuela debido a la insistencia de unos amigos que me convencieron para que diera unos cursos. Al principio tenía sólo 6 alumnos. Luego se corrió la bola y llegaron a 30. Ese primer año, en el Sportivo Burzaco, terminé con 22 alumnos. Luego me trasladé al Club Adrogué y desde hace cuatro años estoy acá en Independiente, dando clases todos los miércoles y sábados”.

La escuela tiene actualmente alrededor de 100 alumnos. Algunos de ellos están haciendo trabajos para televisión, castings para diferentes programas o protagonizando en cine, tal como ocurrió con una alumna que acaba de grabar una película para España.

Pese a tener la chance de enseñar teatro en una ciudad como Buenos Aires con más potenciales “clientes-alumnos”, Fernando Caride optó por quedarse en la zona sur. “Yo nací acá en Burzaco, en 25 de Mayo y 9 de Julio. La verdad es que me tira la aldea y no hay una explicación racional sobre el porqué elegí quedarme acá. Tampoco quiero encontrarla. Pero lo cierto es que no puedo olvidarme de lo que soy. Y por otra parte está bueno que gente que no podría ir a estudiar teatro a Capital porque no tiene los recursos, pueda hacerlo acá por el 33% de lo que tiene que pagar allá”.

En las mejores salas

“El teatro te permite investigar una obra. En la televisión lo que se rescata es la parte técnica, el grupo de gente que está detrás de las cámaras, mientras que el cine lo que te permite es pasar por el cuerpo esa gran sensación de poder ser, de comprometerte, de focalizar tu atención y manejar el ritmo interno de los personajes”. Precisamente en cine, Caride formó parte de “Casi ángeles”, película de la Universidad de Bellas Artes de La Plata, carrera prohibida durante el proceso. En su reapertura, se llamó a un concurso de guiones. Cinco de ellos dieron origen al filme. Tan amigo quedó de Leonel Compagnet, uno de los directores de la película, que junto a él y a Gabriel Di Ciancio, director de exteriores de “Montecristo”, están embarcados en la escritura de un guión para cine basado en historias de la provincia de Buenos Aires, con personajes cotidianos de los trenes y la Estación Constitución como uno de los escenarios principales.

Ser actor

El actor, director y autor ruso, Konstantin Stanislavsky, creador de una técnica interpretativa que prioriza la naturalidad y la espontaneidad en detrimento del artificio y la actuación declamatoria y recitada, donde los textos parecen repetirse de memoria, concebía al teatro como un medio de creación colectiva donde el actor debía fundirse con sus compañeros. Naturalismo al que Fernando Caride debió recurrir, mientras era dirigido por Adrián Caetano (“Pizza, birra, faso”; “Bolivia”: “Un oso rojo”) en “Tumberos”. “Yo deseaba hacer un personaje dentro de la cárcel. Grabé una escena. Caetano me dijo que ya tenía la toma y me pidió que la repitiese dándome plena libertad para interpretar al personaje. Fue así como dije otro parlamento, muy natural y quedó esa toma”, agrega Fernando. “Fue maravilloso. Después me comentó que todo había funcionado por lo que yo había propuesto y que muchos actores a veces se quejan de que necesitan determinados papeles para jugársela y que cuando cuentan con ese espacio se acobardan y no saben cómo hacer uso de el. Es por eso que la capacidad de juego, de adaptación, el buen entrenamiento o el saber qué lo conmueve y de qué manera son cualidades vitales para cualquier buen actor”, afirma Fernando. .

  • Desenlace

Muere la tarde y con ella, la entrevista. Y mientras Caride se despide y deja entrever una flor de lis (símbolo de la pureza, la alegría y la fuerza de vida) tatuada en su brazo derecho, quedan ecos de una frase repetida por el actor casi al pasar, difícil de olvidar en el saludo final: “una mano que se estrecha con otra es un transplante de corazón”. Humano, sensible, hombre que se emociona con el logro del tipo que parece que nunca puede llegar a nada, Fernando Caride se erige como la muestra viviente de lo que puede hacer cualquier persona de cualquier pueblo que se atreve a un desafío tan apasionante como intimidante, que desconoce de edades y tiempos: crecer.

Multimedios” Caride

Televisión: trabajó en Tumberos, Disputas, Soy gitano, Criminal, Casados con hijos, Sin código, Alma pirata, El tiempo no para, Los simuladores, Los Roldán, Amas de casa desesperadas, 099 Central y Yago, entre otros programas.

Teatro: hizo “La pasión de Don Juan”, “Todos serán mis hijos” (de Arthur Miller), “Yerma” (de FG Lorca), “El clásico binomio”, “Las migas”, “Relojero”, “Guillo, el cantante” y “Las esposas”, entre otras obras.

Cine: trabajó en “Pozos de Zorro”, “El mar de Lucas”, “Casi ángeles” y en varios cortos, mediometrajes y videopoesías.

Radio: A partir de la creación de sus propios personajes humorísticos, conduce, produce y participa en programas de AM y FM (FM De la Ciudad, FM Venus, FM Star y Digital, entre otras)

Monumento a la Bandera

Por iniciativa de vecinas autoconvocadas

Correspondencia para el Vice

Se enviará una carta al Vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, con el fin de que se revalorice en todo el territorio nacional el primer Monumento a la Bandera del país, ubicado en la Plaza Manuel Belgrano de Burzaco.

Todo comenzó a mediados del 2004. Emilse Yolanda Falase, docente jubilada un año atrás, junto a un grupo de 10 vecinas, en su mayoría maestras de la Escuela Nº 8 de Ministro Rivadavia se reunieron con un simple objetivo: mejorar la calidad de vida comunitaria de Burzaco. De esos encuentros que se celebraban cada tres o cuatro meses, surgió en noviembre del año pasado el proyecto “Nuestro espacio público” abocado a mejorar dos aspectos de la ciudad: el tránsito y la plaza Manuel Belgrano.

Además de Emilse, el grupo de mujeres que trabaja de manera desinteresada por el bien común de los vecinos de Burzaco son María Laura Loray, María Fernanda Bravo, Marina Henrich, Cristina Jáuregui, Nélida Gómez, Alejandra Ansalone, Alicia Nicosanti, Cristina Lucero, María Marta Pais y Mónica Sotro.

“La historia del monumento llegó a mis manos por intermedio de un alumno de la Escuela Media Nº 2, Matías Argüello que se contactó con el arquitecto Pagani y éste le facilitó el material sobre la historia de nuestra ciudad, de Ministro Rivadavia, la iglesia y el monumento. El conocer los pormenores de su creación me creó más compromiso”, subraya Emilse.

Fue así como surgió la idea de enviar una carta al Vicepresidente Daniel Scioli que apunte a la revalorización, mantenimiento y preservación del Primer Monumento Nacional a la Bandera. Allí se pone énfasis en las precarias condiciones en que se encuentra el monumento: veredas de acceso arruinadas, placas recordatorias arrancadas y pintadas en aerosol, razón por la que se reclama una guardia y restauración inmediata. A su vez, se hace referencia al hecho de que desde la Intendencia se ha procurado su mantenimiento, pero los cuidados hasta el día de hoy han sido insuficientes. Asimismo, el 8 de noviembre del 2006 en la Casa de la Cultura de Alte. Brown, este grupo de vecinas fue recibido por el Intendente Manuel Rodríguez, quien también se comprometió a imprimirles determinados textos educativos para utilizar en las escuelas, vinculados al cuidado y respeto por el patrimonio cultural y los espacios públicos, pero no se ha comunicado con ellas desde entonces.

La carta para Scioli será enviada entre fines de marzo y principios de abril a través de un contacto que las vecinas tienen en el Congreso Nacional. También se adjuntarán fotos del monumento, una cronología de los acontecimientos que avalan su historia y firmas de instituciones y personalidades de la ciudad como Oscar Rivera, director del Museo Sempere u Okita Sempere, quien además de ser hija del escultor del monumento, estuvo a cargo de la Biblioteca Popular Mariano Moreno durante muchos años.

Pese a todo, Emilse Falase no pierde las esperanzas de que el pedido sea escuchado y concedido. “Esperemos tener suerte, en una de esas... Vamos a ver…como es un año electoral a lo mejor tenemos suerte”, concluye.

Estación Mugre II

La estación de Burzaco convertida en basural público

Estación mugre II: la historia se repite

A casi cuatro años del número del Changuito titulado “Estación mugre” de noviembre del 2003, el estado de la estación de trenes de Burzaco y sus alrededores es lamentable: plagada de basura, ratas y sin ningún tipo de cuidado y mantenimiento por parte de la Municipalidad de Alte. Brown y Metropolitano, la empresa que tiene la concesión del servicio de trenes.

La estación de trenes de Burzaco y sus zonas linderas se han convertido en un espacio público destinado a la acumulación de basura. La ausencia de cestos, algunos de los cuales han sido quemados y desfondados sobre la calle Roca y otros que se encuentran desbordados de residuos forman parte de la geografía de esta parte de la ciudad. A pocos metros del peligroso paso clandestino yace una montaña de basura sobre la cual es posible divisar en plena luz del día lauchas y grupos de ratas de un tamaño más que considerable, las cuales también deambulan por las vías mientras los pasajeros esperan el tren. Inés Gallucci, abogada y vecina de la calle Ricardo Rojas asegura “yo encuentro alrededor de tres ratas por mes en mi casa. Por ese motivo tengo varios gatos que ya se acostumbraron y te las traen como trofeo. A una vecina las ratas le caminan por la medianera”. “Otro problema –continúa- es la invasión de mosquitos que tenemos en invierno y en verano. Y esto también es por la basura. Son enormes, como aviones. Es como si estuviéramos en medio del campo”, agrega indignada.

Pero la suciedad también está presente debajo de los andenes, a lo ancho y a lo largo del parque y las plazoletas, en el agua con sangre que los dueños de las carnicerías arrojan a las calles y en las cercanías de las garitas que tiene cada línea de colectivos en la terminal. Allí el olor es nauseabundo, sobre todo en un piletón que hace las veces de lavatorio, donde el olor a orina es intolerable. Los baños de la estación, que dejan bastante que desear, casi siempre están cerrados o clausurados. También es frecuente encontrarse con cajones o restos de cajones de madera que los comerciantes, en especial los que venden frutas y verduras, abandonan en cualquier lugar de la estación.

Párrafo aparte merece el proyecto de parque devenido en yuyal. Actualmente parecería estar destinado a la preservación de la “flora salvaje” porque hace tiempo que el pasto crece y no se corta. A eso se le suman los bancos de madera completamente destruídos –ninguno está en condiciones de ser utilizado- y sólo una de las cuatro hamacas del parque puede ser utilizada. Las restantes desaparecieron. Tampoco hay mantenimiento ni vigilancia en la zona. Los vecinos afirman que por la noche, alrededor de las 21hs, un grupo de vándalos rompe con palos las bolsas de residuos Es común, según ellos, desayunarse los domingos por la mañana con la noticia de que las calles están cubiertas de basura u observar cómo grupos de adolescentes alcoholizados literalmente se “muelen a palos”. Rara vez la policía está presente.

Otro tema importante es la circulación, obstruída con tanto puesto ambulante y perros por doquier en un túnel mal iluminado, con escalones destrozados por el que transita gran número de usuarios no sólo de Burzaco sino también de San Francisco Solano, Don Orione y Ministro Rivadavia. Y ni que hablar de la acumulación de pasajeros en los andenes cuando se retrasan los trenes o del deterioro de los techos de la estación cuando llueve que impiden cualquier intento por resguardarse del chubasco.

Dicen que las segundas partes de las películas son peores que las primeras. En el caso del cuidado, la limpieza y el mantenimiento de la Estación de Burzaco y a casi cuatro años del número de “El Changuito” que denunciaba el estado de abandono del lugar, hasta ahora la regla parece cumplirse a la perfección.